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La esterilización de Marilyn

Gatita Marilyn Monroe llegó a esta casa muy bebecita. Tendríamos que esperar seis meses para que se le esterilice. Llegaron y pasaron los seis meses y yo, me hacía boba. «Después la llevo» «Otro día» «Mañana» «Luego» etc etc. Procastinación que le llaman.

Así hubiera continuado la situación, hasta que una noche, descubrí en la puerta de la casa a gatito Joe DiMaggio. Precioso gatito, grisáceo de los que llaman «Balam», apuesto, galante. La Marilyn no tuvo ni que pensarlo dos veces y se dejó llevar por los encantos de Gatito DiMaggio.

La esterilización de Marilyn no podía posponerse ni un minuto más. Gatito Joe DiMaggio ejercía todo su poder de atracción y era cuestión de momentos que tuviéramos la sorpresa de unos bebés gatitos aquí en la casa. Imposible.

De tal forma que la llevamos a una clínica veterinaria que se llama Zoomanía, excelente clínica y excelente trabajo de la Dra. Anette Milke haciendo el procedimiento. Estuvo 24 horas en la clínica y regresó a la casa.

No hubo forma de conseguir que Marylin no se lamiera la herida. Le pusimos su collar isabelino y media hora después ya se lo había quitado y escondido en un espacio atrás de la estufa imposible de alcanzar. Le pusimos un calcetín para tapar la herida y también buscó la forma de arrancarlo.

Se abrió la herida. Al final de este texto hay una foto de la herida abierta, pero, prudencia por favor, está muy fuerte y gráfica la imagen.

Llevamos a Marilyn a Zoomanía y ahí estará 7 noches hasta que se cierre bien la herida. Me dicen las personas que la están cuidando, que la herida está progresando bien, pero que ella está del peor humor del mundo. Mientras tanto, Gatito Joe DiMaggio, todos los días le trae un cádaver -de iguana, cucharacha o escarabajo- suspirando por volver a ver a Marilyn lo más pronto posible.

Plumas

¡Mamá!!!! ¡Tú cuarto está lleno de plumas!!! -me lanzó el grito mi hijo, desde el piso de arriba al piso de abajo

Tratando de descifrar a mis hijos he perdido varios miles de mis escasas neuronas. «¿Lleno de plumas?» mi cerebro se esforzaba en entender. «¿Bic? ¿Atómicas? ¿rojas? ¿azules?»

Varias horas después, al terminar la jornada laboral «home office», subí y a mi cuarto y entendí lo que querían decir mis hijos. Mi cuarto estaba lleno de plumas, efectivamente, pero de pájaro.

No era la primera vez que Gatito Jack me dejaba una ofrenda. (Ni la última). Sin embargo, nunca antes me las había dejado en mi habitación. Las anteriores y las posteriores, me las dejaría en el jardincito de la casa. Muy cerca de donde me siento, precisamente, a hacer «home office».

Las plumas venían de dos ofrendas, dos torcasitas. Ambas estaban bien desplumadas. Una estaba viva aún. La tomé con mis manos y la llevé al jardincito. Espero que se haya recuperado y levantado el vuelo, libre, como la tortuga de la señora de la playa.

La otra torcasita sí estaba bien fallecida. ¡Pobrecita! Gatito Jack me salió muy cazador. Después de estas que dejó en mi cuarto, que por cierto, qué dificil es barrer plumas de ave, me dejó otra más en el jardín. Aquí está la foto.

Los pájaros que no son nada tontos, cada vez vienen menos de visita. Lo mismo los toloks, esos ya de plano no se aparecen. Tampoco las arañas ni las lagartijitas esas que hacen «SMUAK SMUAK». Gatito Jack es bastante territorial, por lo que veo. Espero que cuando le traiga un compañerito, otro minino, lo acepte con hospitalidad.

Nunca digas nunca

¡Ah! ¡Por fin! ya es hora de dormir. Ya cumplí mi jornada laboral, preparé la comida, lavé los platos, por la tarde caminé 5 kms y ahorita voy a leer mi libro y descansar.

Mis hijos están en sus respectivas habitaciones, están bien y saludables, Gracias Dios mio. Mi libro está interesantísimo ya leí dos, tres páginas zzz zzz zzz

La noche transcurre con calma, la casa está silenciosa, completamente a oscuras. Mis hijos y yo dormimos. A lo lejos, un grillo. Cri-cri-cri. Las luciérnagas iluminan con su luz la negritud.

zzz zzz zzz

zzz zzz zzz

Miau

Miau

Miau prrrrrrr ¡Miau! MiauMiauMiauMiauMiau

Medio intento abrir los párpados con mucho trabajo, y gatito Jack está mirándome fijamente, con su rostro a exactamente un milímetro del mío.

¡Miau!

Girando sobre mi propio eje, me doy la vuelta y quedo de frente al otro lado de la cama.

Ppprrrrrrr miau miau pprrrrrrr

Gatito Jack se sube a mi costado, queda como esos chivos que se cuelgan de las montañas más verticales, y continúa su discurso, cada vez con más indignación:

¡Miau! ¡Miau! ¡Miau!

Con su cabecita se acerca a la mía, a la altura de mi barbilla y empuja. Muy adormilada, levanto una mano y comienzo a hacerle cuchi cuchi, acaricio el lomo, la espalda, su cabecita. El ronroneo se intensifica pues Gatito Jack ha logrado lo que quiere; irónicamente, el ronroneo me hace dormir de inmediato.

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¡Miau! ¡Miau! También hace un ruidido que no es miau ni tampoco prrrrr es como un pequeño grito. El círculo vicioso se repite: con maullidos me despierta, intento acariciarlo, se incrementa el ronroneo y me hace dormir, y de nuevo con maullidos me despierta.

Para mi la experiencia de ser mamá es maravillosa y le doy muchas gracias a Dios, sin embargo las levantadas por la noche porque querían leche o querían que duermas con ellos o quería Pablo mecerle la hamaca, fueron para mi un suplicio y duraron años, años de años. Cuando finalmente recuperé mis noches de sueño completas, me prometí a mi misma que nunca volvería a tener una mala noche.

Hasta que llegó Gatito Jack. Esto ya se volvió un hábito. Gatito Jack pasa la mayoría de la noche quién sabe dónde, y según mis estimaciones, por ahí de las 3 am o 4 am aparece en mi cuarto para hacer este número arriba descrito.

Finalmente me paro, bajamos las escaleras -esto en sí es otra aventura, pues se me enreda en los pies y varias veces he estado a punto de darme buenos porrazos- y le doy su desayuno y yo me preparo mi café.

Nunca digas nunca.

Tolok vs Gatito

Esta es la historia:

En el muro de la casa, estaba colgado un tolok gigante. Como si fuera un reloj, verticalmente. Cuando digo enorme, me refiero a que el cuerpo del tolok era mayor que el cuerpo del gatito, y a eso habría que agregarle su larga cola (del tolok). Un reptil imponente.

Gatito Jack observó que el tolok estaba en el muro, y, dispuesto a defender a su familia de humanos; dispuesto a defender a Andrés, Pablo y Lucía; se acercó sigilosamente, con total elegancia. Como en un desfile de modas. Pero en silencio. (Ver diagrama 1)

Diag. 1 ubicación de los elementos descritos

El reptil se dio cuenta de que lo vigilaban, por lo que se descolgó y se pegó al muro lo más que pudo, al mismo tiempo que agarró un tono grisáceo cemento, idéntico al del mismo muro. Se mimetizó perfectamente, pero no tan perfectamente como para que Gatito Jack no lo vea; éste continuó acercándose con todo cuidado hasta que quedó nariz con nariz con el tolok.

Así estuvieron ambos, mirándose de frente, un microsegundo.

Vencido por la fuerte mirada del Gatito Jack y por su valor sin límites, el tolok arracó a correr a toda velocidad, con tan mala suerte que se direccionó hacia la piscina. Al acabársele el piso, pasto o terreno, se quedó volando encima de la pisicina unos segundos, con las patas girando como en las caricaturas. (Ver ejemplo)

ejemplo

Inmediatamente cayó al agua y se quedó flotando muy tieso.

Yo: AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGGGGGGGGGGGGGGGGGGGGHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH ¡ANDRÉS!! ¡PABLO!! ¡Qué vengan aquíiiiiii!!!!!!!

Andrés y Pablo bajaron de sus respectivas habitaciones no muy encantados de la vida. ¿Qué pasa? –preguntaron, arrastrando las palabras, los pies y las ideas.

¡¡¡Hay un tolok muerto en la piscina!!!!

Andrés fue por una especie de orqueta pero en lugar de tener una pinza en la punta, tiene una canasta y sirve para sacar hojas de la piscina. Con ella sacó al tolok, que seguía completamente quieto.

En lo que Andrés me preguntó qué hacer con el cuerpo y en lo que dilucidábamos un plan, el tolok, sorprendentemente, cobró vida, salió de la canasta, trepó por el muro y salió de la propiedad.

A la fecha, no ha regresado.

Lástima Margarito

En un restaurante de la ciudad de Mérida, cuyo nombre no mencionaré, uno puede, si quiere, preguntar por el «especial» de la casa. En caso de haber «especial» disponible, el mesero le trae a uno un delicioso «bistec» de venado. Está delicioso. La carne es suave y el sabor es exquisito.

Los venados son lindos; miedoso, huidizos, asustadizos. No estoy segura pero creo que están en riesgo de acabarse. Y también, son deliciosos.

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Como parte de la maestría en filosofía que estoy cursando desde agosto, hemos estado analizando las posturas de filósofos en temas de medio ambiente y ecología.

Sus argumentos a favor de los derechos de los animales son contundentes. Tienen toda la maldita razón. No hay, de verdad no la hay, con ganas de que haya, no existe, una justificación real, en el reino de la moral, para hacer daño a los animales. No se justifica usarlos para experimentación, no se justifica comérselos, no está bien que los fabriquemos en granjas para su consumo. No está bien.

El desarrollo de los argumentos es un poco largo, y a riesgo de caer en un peligroso simplismo, voy a resumir aquí algunos puntos, que no todos:

La pregunta fundamental se dirige al corazón del tema. ¿Quienes tienen derechos? ¿los animales tienen derechos tal como los individuos humanos?

Se dice que los animales no tienen derechos morales porque no tienen responsabilidad moral. Es decir ellos no pueden hacerse responsables de lo que eligieron. Sin embargo, hay seres humanos que tampoco pueden. Bebés, ancianitos, enfermos de esquizofrenia y otras enfermedades como Alzhaimer.

Lo mismo, acerca de la capacidad intelectual, que los humanos tenemos de realizar conceptualizaciones y ejercicios mentales avanzados y los animales tienen, en menor medida. Yo Lucía nunca podré hacer trigonometría más allá de la más básica y eso lo logré con mucho trabajo apenas suficiente para pasar el examen de 1 de prepa con el mínimo aprobatorio. El que yo no pueda hacer matemáticas no quiere decir que otra persona va a venir y llevarse mi pierna y comérsela. O que va a hacer experimentos conmigo para lograr mejores cosméticos. O que me va a meter a una jaula para admirarme.

Un caballo o un perro pueden tener más habilidades intelectuales que un bebé de una semana de vida; o que una persona con discapacidad memtal profunda. La pregunta no es si los animales pueden razonar o hablar, sino si pueden sufrir.

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Hasta hace poco tiempo, no se consideraba precisamente iguales, al menos en los EUA, a los seres humanos con piel oscura y a las mujeres. Ellos no tenían algunos derechos que los hombres de piel clara, sí tenían. ¿no será, que estamos haciendo algo así con los animales? La igualdad de los hombres no se basa en características, estatura, color de piel, sexo. La igualdad de los hombres se basa en un principio moral. ¿No será que esta igualdad abarca también a los animales?

Se dice que los animales no tienen derechos morales porque no tienen un alma; sin embargo, no es comprobable que los seres humanos tengamos un alma. Suponemos que la tenemos, y con todo, si es que es verdad que nosotros tenemos un alma y ellos no, eso debería ser nuestra obligación fundamental protegerlos.

En mi casa seguimos comiendo carne de animal por dos motivos: el primero porque de acuerdo a médicos y biólogos que consulté mis hijos necesitan proteína animal para crecer bien, idea de la que ya no estoy muy convencida; la segunda razón es porque tengo que buscarme el tiempo para aprender y enseñar a la persona que me ayuda con la comida a cocinar alimentos nutritivos sin carne. Mis hijos ya están grandes, creo que ya se la pueden pasar sin carne animal; y lo otro se resolverá de un momento a otro. Así que muy pronto, cuando vaya a ese restaurante donde dan venado, pediré kibis de trigo, otro platillo que les queda muy bueno en ese lugar del cual no diré su nombre.

Hello Kitty, no es un gato (ni una gata)

Con motivo del 40hello kitty aniversario del personaje, se está realizando una exhibición en el Museo Japonés Américano situado en Los Angeles. La profesora Christine Yano, estudiosa del fenómeno Hello Kitty, envió textos a la empresa Sanrio, creadora del personaje, para que sean corregidos. Y en efecto, la corrección vino, firmemente, con esta frase:

«Hello Kitty no es un gato. Es un personaje de caricatura. Es una niña pequeña. Es una amiga. Pero, no es una gata. Nunca se le muestra en cuatro patas. Camina y se sienta como cualquier creatura de dos piernas. Sin embargo, tiene una gatita como mascota, que se llama Charmmy Kitty«

Para leer el artículo completo, click aquí.

Animales con sus bebés

En esta página hay 45 fotos de diversos animales con sus bebés. Como se dice actualmente: «awwww»

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¿dónde estarán Andrés y Pablo?

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¡Ven a bañarte!

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No te pareces en nada a mi, hijo

Dibujos de Gatos

Los gatos me encantan. Lo malo es que me dan alergia, por eso no puedo tener uno en casa. Puedo verlos en internet horas de horas.

En esta página, «dibujos de gatos mientras duermen» hay unos dibujos de lo más bonitos.

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¡Razas de Perros!

Yo, que me he pasado la vida diciendo que los perros son de raza «Ferrioni», «Hush Puppies» o «Salchicha», me ha encantado esta página que encontré, muy ilustrativa.

Just Puppies http://www.justpuppies.net/breeds.html

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        Bichon Frise

 

Corgi
Corgi

Es una página completísima acerca de perros, con imágenes, información y nombres correctos. Muy recomendable.

 

Los Gatos y el Internet

El internet está lleno de gatos. Las redes sociales y las «apps» como Instagram, también están llenos de gatos. Hay 32 millones de videos con gatos en Youtube.

De acuerdo a la revista Forbes, «posiblemente estamos celebrando la independencia que el internet nos otorga al conectarnos con otros, de acuerdo a nuestros tiempos y condiciones»; tal como hacen los gatos, que cuando quieren vienen y cuando quieren se van.

Los gatos más famosos son: Maru, cuyos videos en conjunto han sido vistos más de 200 millones de veces; Nora, que tiene un video con más de 35 millones de visitas; el «Grumpy Cat» que ya es toda una personalidad en twitter.

Grumpy Cat
Grumpy Cat

Wiston Churchill acerca de gatos, perros y cerdos

Esta frase se le adjudica al gran Primer Ministro británico Wiston Churchil:

“Me gustan los cerdos. Los perros admiran a los humanos. Los gatos nos desprecian. Los cerdos nos tratan como iguales”

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The giant rabbit

The giant rabbit

Oh my God! Es un conejo gigante! el Sr. Karl Szmolinsky tiene una granja en la que cría conejos gigantes que llegan a pesar hasta 9 kilos. Los exporta a Corea del Norte. Pueden comer hasta 8 personas de uno de estos enormes conejos.