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Nicolás y Alejandra + COVID 19

¿Ustedes ya vieron la película «Nicolás y Alejandra»? Es una super producción realizada en 1971 que narra los últimos años de los últimos zares de Rusia. Es una buenísima e interesantísima película, bien hecha, bien narrada, bien actuada, bien todo.

Después de ver la película, leí dos o tres libros acerca del mismo tema: de los últimos zares de Rusia que vivieron una trágica vida -obviamente, con los bolcheviques y Trostky, Lenin y demás- pero aún antes de eso tenían al hijo hemofílico y se metieron en algunas guerras muy innecesarias vs Japón y otros vecinos. Además que cayeron unos inviernos tremendos y los rusos se morían de frío o de hambre o de ambos.

En uno de los libros que leí, se analizaban los diarios personales del zar Nicolás II. En los días cuando estuvieron encerrados en Yekaterinburgo, donde finalmente morirían asesinados por los revolucionarios, Nicolás escribía mucho su diario íntimo. Decía, todo el tiempo, que estaba siguiendo la Voluntad de Dios. Insistía, en que esa era la Voluntad de Dios y que él tendría que obedecerla hasta el fin.

Explican los mismos libros que había una facción fuerte del ejército ruso que quería continuar con la monarquía, los zares, la Rusia Imperial, no quería que llegaran ningunos bolcheviques y se dirigían hacía Yekaterinburgo a rescatar al Zar y su familia para presentar un pie de lucha ante los revolucionarios.

Pero Nicolás, no quiso. Porque para él, lo más importante era la Voluntad de Dios. Estaba convencido de que la Voluntad de Dios era obedecer a los militares de la revolución que los mantenían encerrados.

Estos tiempos del COVID cuando estamos aceptando la voluntad de otras personas, que de ninguna manera son Dios, sino que son autoridades elegidas en unas elecciones suficientemente transparentes. Ellos tienen fuerza, cuerpos policíacos, guardia nacioanl, y tienen los argumentos para decirnos que no podemos salir de nuestras casas porque ponemos en peligro a nosotros mismos y a los demás. Es como vivir en una de esas teorías de la conspiración.

En una parte de la película mencionada, «Nicolás y Alejandra» el otrora Zar de todas las Rusias, emperador de un territorio enorme donde se le veía casi como un Dios, con derecho divino de gobernarlos, simplemente agradecia a Dios el hecho de estar vivo, de estar con su familia y que su familia estuviera viva. Con vida. Eso es todo. No pedía más.

Así estamos nosotros, no pedimos más que estar vivos, estar sanos y tener comida tres veces al día. Y lo que podamos hacer para ayudar a quienes no tienen tanta suerte como nosotros.

Si no han visto «Nicolás y Alejandra», veánla. Vale mucho la pena.

La Loca de la Casa

La loca de la casa es un término que utilizaba Santa Teresa para referirse a su imaginación, que se empañaba en interrumpirla cuando ella estaba en profunda oración.

La frase es la mejor descripción que he leído acerca de mis pensamientos. Me han molestado mucho toda mi vida y no me han servido para nada. Ya bien cumplidos los cuarenta años me vino a caer el veinte de que los pensamientos solamente causan ansiedad e inquietud y no nos traen nada bueno.

Me refiero a lo siguiente: digamos por ejemplo que estoy en mi vehículo y estoy manejando del punto A al punto B. En mi mente se producen una serie de pensamientos: «…mis hijos …mi trabajo…  mi familia (las tres: de origen, nuclear y política)… los precios… mis actividades… mi salud… la salud de los otros…» y muchísimos temas más, muchísimos pensamientos más, todos inútiles.

Gracias a Dios, descubrí que esos pensamientos no sirven para nada. Yo antes pensaba que me ayudaban a resolver algún problema o situación que me estuviera preocupando. Luego también caí en la cuenta que la misma acción de preocuparse no sirve para puta madre. (perdón por la palabrota)

Ahora lo que hago es intentar mantener en silencio mi mente el mayor tiempo posible. Es sumamente difícil. Lograr que la mente se mantenga en silencio es … pues eso, muy díficil de lograr.

Cuando busco la solución a algún problema de los que siempre hay, mejor mantengo mi mente callada. Así, de repente, como de la nada, aparecen las soluciones. (las manda Dios) Para que podamos escuchar a Dios, tenemos que tener una mente silenciosa. Los pensamientos son generados por el ego, que como siempre, solamente busca hacernos sufrir.

Es cuando mi mente ha estado callada que me he sentido mejor, no solamente en términos de tranquilidad y paz interior, sino también de salud, aprovechamiento del tiempo, solución de problemas, respuesta a dudas y a la acción que debo tomar o dejar de tomar con respecto a lo que me está tocando vivir en ese momento. Al contrario, el desfile incesante de pensamientos discurriendo por mi cabeza, no solamente no sirve de nada sino que además, me quita muchísima energía. Genera toda la ansiedad del mundo. Generan incluso, otros problemas, inventados y que solamente existen en mi mente, no en la realidad.

He podido identificar, más o menos, los momentos en los que mi mente comienza con sus cosas. Son: cuando voy en mi coche manejando, sobre todo en carretera; y cuando salgo a caminar, los primeros kilómetros, la «loca de la casa» me ataca sin piedad. Para los episodios en coche, gracias a Dios, caí en la cuenta que si me pongo a pedir por las demás personas, la loca se calla. Entonces si pasas junto a mi mientras estoy manejando, seguramente estoy hablando «sola», no es que esté hablando sola, estoy pidiendo a Dios por los problemas de las personas que conozco y las que no conozco.

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Escuchar música con atención, fijarme con mucho detenimiento en lo que me rodea, escribir, también me ayudan a mantener a la loca en silencio. La mujer está decidida a molestarme a que yo le haga caso a que me sienta con miedo y preocupaciones. Con el favor de Dios yo no debo de permitir que se sienta viva (la loca de la casa) pues cada vez que ella se siente así, yo me siento dolida, o preocupada, o temerosa, o cansada, y nada de eso es Voluntad de Dios.

Santa Teresa decía de su imaginación «El postrer remedio que he hallado, a cabo de haberme fatigado hartos años…, es que no se haga caso de ella más que de un loco, sino dejarla con su tema»

Santa Teresa tenía toda la razón.

Si ya sé el «secreto»… para qué me hago «bolas»

En 1993 eran tiempos turbulentos en nuestro México… el 1 de enero, nos despertamos medio crudos o bien crudos con la noticia de que en Chiapas unos hombres con «calcetines en la cabeza» como después diría Jefe Diego, habíanse sublevado en contra del gobierno del Lic. Carlos Salinas de Gortari.

camacho_salinas_colosio.jpgSalinas había designado como candidato del PRI a la presidencia al Lic. Luis Colosio Murrieta. Lástima que Manuel Camacho Solís, Secretario de Relaciones Exteriores, no estaba de acuerdo y no había manifestado su apoyo a Colosio. Aunado a esto, Camacho Solís es enviado a Chiapas como «comisionado para la paz» sin goce de sueldo, movida que le generó un enorme capital político, al mismo tiempo que la campaña de Colosio parecía no levantarse nunca. Había confusión en el panorama de esos días… ¿quién es el bueno? ¿Colosio? ¿Camacho? ¿A quien debemos besar su mano y cantarle loas? (decían los que acostumbraban a besar manos y cantar alabanzas)

NO SE HAGAN BOLAS dijo Salinas… Colosio es «el bueno».

No fue «bueno» mucho tiempo más, ya que en marzo moriría asesinado por un muchacho de apellido Aburto que, como sabemos, actúo completamente solo.

Traigo ese hecho pasado, al presente, a los primeros días de enero de 2018, porque observo que hay mucha gente a mi alrededor haciéndose «bolas» con su vida. En cambio es tan sencillo entender lo siguiente:

  1. Aquí estamos, en esta vida, para hacer la Voluntad de Dios
  2. Para seguir la Voluntad de Dios debemos crecer espiritualmente, ponernos en una situación / posición tal, que Dios nos permita que sigamos su Voluntad
  3. Para lograr ese estado de madurez espiritual, se debe hacer lo siguiente: dar amor, dar servicio, al prójimo, y combatir nuestro ego o defectos de carácter.

De cada uno de esos tres puntitos se han escrito toneladas de material, y yo misma podría extenderme horas de horas en este mi blog. Lo haré, ciertamente, en un futuro. Mientras tanto, ahora comentaré acerca de lo siguiente: la Voluntad de Dios se hará querramos o no.

Hay personas –muchas, yo también– que en un cierto punto de nuestras vidas queremos algo en particular: quiero casarme. quiero tener hijos. quiero tener mucho dinero. quiero viajar. quiero que fulanita o fulanito se vayan a chingar a su madre. quiero que ganen los pumas. quiero que gane el PRI o el PAN. quiero que esa chica guapa me haga caso. quiero que ella sea mi amiga. quiero ser el jefe. En fin. You get the idea.

En todas esos «quiero que…» en alguno de ellos, ¿nos paramos pensar, por un minuto, si esa es la Voluntad de Dios? Si eres como yo, seguramente que no, no piensas si Dios quiere eso que tú quieres. Si eres como yo, pensarás: «yo me he portado muy bien, he sido buena persona, cumplo con mis obligaciones, pago impuestos, ¡¡merezco obtener esto que quiero!!» O también podrías pensar algo como «no le hago daño a nadie con esto que quiero» o algo como: «todo el mundo tiene esto que quiero, ¿porqué yo iba a ser la excepción?» Again, you get the idea.

Por alguna razón que no nos toca entender (esto es muy importante: no nos toca entenderla) puede ser que eso que tanto queremos, por más bueno y puro que sea, por más que todo el mundo lo tenga, por más buena/o que yo haya sido, puede ser, simple y sencillamente, que no sea para nosotros. Dios no lo quiere para nosotros. ¿Porqué? Sepa la bola, simplemente así es, y punto.

Image result for egoEntonces viene nuestro EGO, nuestro lindo ego a decirnos: «no te dejes. tu MERECES esto que quieres. Tienes que luchar por recibirlo. Tienes que trabajar duro por eso. ¡No te dejes! Si te dejas, eres un «looser» un perdedor. Mira los demás, ¡¡qué felices son!! ellos tienen eso que tú quieres… no te dejes, insiste, lucha, pelea, ¡¡no te dejes!!

Y ahí vamos nosotros, hacerle caso a nuestro ego, a empezar una batalla que está perdida de inicio, la batalla para que se haga MI voluntad y NO la Voluntad de Dios. Supongamos que lo consigas, supón que efectivamente consigues eso que tango quieres. Por ejemplo casarte o tener hijos. Luchas mucho, pasas por una serie de momentos difíciles y muy dolorosos y lo logras, finalmente, lo logras. Viene entonces el sufrimiento. Viene el fracaso, el dolor, el resultado de haber hecho lo que no es la Voluntad de Dios, sino la propia inmadura e infantil voluntad de uno mismo que no somos nada en este Universo. ¿Qué somos? ¡NADA! solo venimos a hacer la Voluntad de Dios y si no lo hacemos no somos nada.

Sugiero ahorrarnos mucho sufrimiento mucho dolor y mucho trabajo, y desde el minuto que tengamos uso de razón y que ya no seamos unos adolescentes, nos dediquemos exclusiva y únicamente, a seguir la Voluntad de Dios. Tán Tán.

Reporting for Duty

Dios es mi Padre y tiene un plan mejor para mí. Yo no lo comprendo, pero lo comprenderé en la eternidad. Por eso, confiando en mi Padre Dios, acepto su voluntad sobre mí.

Señor, haz de mí lo que creas mejor para mí. Si quieres que esté en tinieblas, bendito seas; y si quieres que esté en la luz, también bendito seas. Si te dignas consolarme, bendito seas; y si me quieres dar tribulaciones, también seas bendito… Señor, de buena gana padeceré por Ti todo lo que desees para mí. Quiero recibir de tu mano, lo bueno y lo malo, lo dulce y lo amargo, lo alegre y lo triste, y darte siempre gracias por todo. Porque con tal de no apartarme de Ti, nada podrá hacerme daño (Kempis, libro 3, 17).

¿Qué me sucederá hoy, Dios mío? Lo ignoro. Lo único que sé es que nada me sucederá que no lo hayáis previsto, regulado y ordenado desde la eternidad. ¡Me basta esto, Dios mío, me basta esto! Adoro vuestros eternos e imperecederos designios; me someto a ellos con toda mi alma por amor vuestro. Lo quiero todo, lo acepto todo, quiero haceros de todo un sacrificio. Uno este sacrificio al de Jesús, mi Salvador, y os pido en su nombre y por sus méritos infinitos, la paciencia en mis penas y una perfecta resignación en todo lo que os plazca que suceda. Amén. (Beata Isabel de Francia, siglo XIII).