¡No puedo creer que he estado estudiando filosofía desde agosto y no lo había compartido en ninguna red social ni tampoco en facebook! Parece imperdonable.
Desde que salí de la carrera en el 95, he querido estudiar un posgrado. De hecho comencé a estudiar Administración Pública. Éramos en el aula, un grupo de abogados y yo. ¡No entendía nada! ¿Han escuchado hablar a un grupo de abogados entre ellos? Hablan castellano y sin embargo, no se les entiende nada.
Cuando comenzamos a ver derecho fiscal financiero, entendí que de plano esto no era para mi. Esto fue en 1996. Estudié dos trimestres de la maestría y la dejé, y me pasé los siguientes años explicando a mucha gente, porqué no había terminado lo que empecé.
Después me casé, tuve hijos, entré a trabajar… por una u otra razón, que puede ser falta de tiempo, falta de dinero, falta de que la maestría que yo quería estudiar (mercadotecnia) no se abría por falta de quorum… así van pasando las razones y con ellas los días y los meses.
Hasta que en esta primavera del 2018 me voy enterando que la Universidad Marista abre la convocatoria para estudiar una maestría en filosofía y ética. (Se llama: maestría en pensamiento filosófico y ético). Pensé: «esta es la mía». Conseguí, gracias al rector Miguel Baquedano, una beca, y me inscribí feliz de la vida.
La primera sesión me moría de miedo. Mi conocimiento en filosofía se había reducido a lo que había aprendido en prepa, hace muchos años. Pensé que me iba a pasar igual que con aquella otra maestría para abogados, pensé que no iba a entender nada.
Mis temores fueron totalmente infundados. Está maravillosa. Estudiamos las diversas corrientes filosóficas cuyo objetivo es «el buen vivir» del ser humano; pensamiento de los seres humanos más brillantes de muchas centurias. Realmente fascinante poder ver como las mismas problemáticas de hoy, se aplicaban y existían desde el siglo VI antes de Cristo.
Aprendemos a pensar de manera rigurosa, es una parte importante de la maestría. Esta habilidad ya la estoy poniendo en práctica tanto así que mi jefe me ha dicho un par de veces: ¡no puedo rebatir tus argumentos! — y yo pensando: ¡Claro que no! ¡porque son sólidos y están bien elaborados!
Hemos leído muchísimos textos. Nunca creí ni pensé que sería capaz de leer y entender a Sócrates, Leibniz, Hegel, Kant, Derrridá, Deleuze o Dussel. Ahora que he empezado, no puedo parar. Me parece interensantísimo lo que plantean y me ha abierto los horizontes en mi cerebro, en mi cabezota, de forma amplia y profunda.
Gracias a Dios que me aventé al ruedo, a la aventura de estudiar filosofía. Lo recomiendo muchísimo, muchísimo. Muchísisisiisisisimo.