Novak Djokovic, campeón del Abierto de Monte Carlo 2015.
Nadie puede parar a Djokovic. No pudo Nadal, en arcilla, en Montecarlo, el torneo que ya ganó 9 veces. No pudo Federer en Indian Wells, un torneo que ya había ganado otras cuatro veces.
No pudo Murray pararlo en Miami, torneo que ya ganó dos veces, en la ciudad en la que vive la mitad del año.
Es de malísimo gusto y muy poca inteligencia insinuar que se dopa. Así que no lo voy a mencionar siquiera, la posibilidad. Porque además, los jugadores de tenis están muy vigilados por la ATP. De manera «random» como dicen los muchachos de hoy, piden exámenes de orina a los jugadores, estén donde estén, en cualquier parte del mundo, incluso en sus casas.
Podría deberse, todo su éxito, a que Djokovic no come nada de gluten y es una realidad que su despegue como tenista de los muy buenos comenzó a partir de que eliminó el gluten de su vida.
Como están las cosas, tal parece que nadie lo puede parar, ni en Cincinatti, un torneo que se le ha escapado.
Hablando de Masters 1000, siguen Madrid y Roma. Si Nadal no se pone listo, se los va a llevar Djokovic.
He leído muchas veces que Becker no le aporta nada nuevo al juego de Djokovic. Están equivocados los que hablan así. Lo que Becker le aporta es mental, de resistencia y de control emocional.
Djokovic tiene tantos puntos de la ATP, que si perdiera la mitad de ellos, quedaria en segundo lugar del Ranking mundial. Está en el Número uno del mundo, inalcanzable, con 13.845. No faltará quien diga, que ya veremos como le hace para defender todos esos puntos el próximo año. Pues sí, está dificil. Sin embargo, escuchando a quienes dicen que Djokovic está más fuerte que lo que estaba Federer en sus buenos años, es posible que defienda todos esos puntos y siga en punta de la pirámide, dos o tres años más.