“La opinión ajena me tiene sin cuidado. Lo que los demás murmuren de mi no me ha hecho ni me hará variar jamás de conducta. Cuando he sabido que una persona me difamaba le he retirado el saludo de un modo automático. Con este sistema, que recomiendo, me he suprimido el trabajo de tratar con mucho imbécil”. Enrique Jardiel.
No entiendo, de verdad que no, el porqué hay personas a las cuales les importa lo que digan los demás. Hay hombres y mujeres que se meten a deudas larguísimas de miles de pesos mensuales para comprar una camioneta, y “quedar bien”. Peor aún, se endeudan para comprar bolsas o camisas de marca, de nuevo, con la intención de que los demás mejoren su opinión de ellos.
A mi me ha pasado que hay personas que me hablan de su dinero, de lo que se compraron, de los viajes que hicieron. Curiosamente las personas que conozco que de verdad tienen cantidades enormes de bienes, posesiones, terrenos, dinero en dólares, euros y yenes, esas personas jamás han llegado a comentarme de las cosas que compraron. Es inversamente proporcional.
Conozco una persona riquísima que maneja un vehículo sencillo. No una carcacha. Es un coche sencillo. Conozco a otra persona que vive en una casa muy pequeña, rentada, pero que maneja un carrazo de lujo, que además está comprando a plazos carísimos. Es inversamente proporcional.
Conozco a una señora que su bolso “de marca” es de imitación, más como ella tiene mucho dinero y todo el mundo lo sabe, nadie creería que su bolso es chino. Y conozco a una empleada bancaria que se endeudo con su tarjeta de crédito departamental para comprar un bolso original, y la pobre nadie le cree que es “bueno”. Es inversamente proporcional.
Por eso yo, como Enrique Jardiel. Lo que opinen los demás de mi, es problema de ellos, no mio. Gracias a Dios.
lucycervera 