Buenos días, Me llamo Lucía y soy una Aficionada Anónima.
Pertenezco a ese grupo de personas a las cuales el deporte les afecta más allá de lo normal. Racionalmente, entendemos que no es el fin del mundo, que se trata de un partido más, que la vida sigue, que los jugadores ni los conoces ni te tocan de nada… Pero el sentimiento de pérdida continúa.
Me consuela que no soy la única. Este padecimiento es de muchos aficionados, que sienten hondo pesar cuando pierden, ya será la Selección Nacional, ya serán los Yankees o los Dodgers, o el América, el Cruz Azul y los Pumas…
Las personas que no son como yo me miran con desprecio. Mi marido, por ejemplo. Me dice que exagero. Que no es para tanto. «¡¡YA!!» me dice. «¡¡No es para tanto!!»
Y yo con mi cara larga.
Mis hijos ya saben que cuando quieren obtener algo de mi, lo mejor es esperar a que Andy Murray gane su partido. Y también ya saben que si estoy quisquillosa, de malas, negativa, ya saben qué ha sucedido. «¿Perdió Andy Murray, mamá?» me dicen, con sus caritas de preocupación.
Escucho como uno le dije a uno, susurrando: «»Deja a mamá. Esta triste porque perdió Andy Murray»
Es la vida del aficionado anónimo y de los que están obligados a vivir con nosotros.
24 horas, amigos. Un día a la vez.