Este lunes 25 de junio comienza el torneo más maravilloso del mundo. Donde los jugadores se tienen que vestir de blanco a fuerzas, donde no hay anuncios en el estadio; la única marca comercial que se aprecia es el Rolex del reloj marcador.
Donde el público se comporta como debe de ser: no aplauden a las fallas, solo a los tiros ganadores; no entran al estadio cuando ya empezó a jugarse el punto; no le están gritando al jugador para distraerlo, como si fuera un partido de basquet y como se hace en otros torneos.
Con todo el dolor de mi corazón, pienso que la competencia está cerradísima entre Djokovic, Nadal y Federer. Los tres tienen las mismas posibilidades y están igual de listos y fuertes.
Andy Murray podría ganar si la suerte juega a su favor, por ejemplo, que Nadal pierda en el camino -ya que está en su mitad del draw- y que agarre la onda mentalmente de que este es su último chance.
De lo contrario, se vienen dos semanas de sufrimiento para mi y todos los que somos sus «fans».